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Implante Endo-K Pro De AJL Ophthalmic

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La otra mitad de la retina: glía, inmunidad y neuroprotección en equilibrio

La retina, ese fino tejido que recubre la parte posterior del ojo y que es esencial para la visión, es mucho más que una simple lámina de células sensibles a la luz. Lejos de ser una estructura pasiva, la retina neurosensorial es un ecosistema altamente especializado, compuesto por diversos tipos celulares que interactúan estrechamente para captar, procesar y transmitir la información visual hacia el cerebro. Entre estas células, las gliales —tradicionalmente considerados elementos de soporte— emergen hoy como protagonistas indispensables en el mantenimiento del homeostasis, la respuesta inmune y el procesamiento neuronal.

Más allá de los bastones y conos

Tradicionalmente, la retina ha sido descrita como un mosaico ordenado de células nerviosas: fotorreceptores (bastones y conos), células bipolares, interneuronas (horizontales y amacrinas) y células ganglionares. Este circuito complejo es responsable de transformar la luz en señales eléctricas que viajan por el nervio óptico hacia el cerebro. Sin embargo, este engranaje no funcionaría sin la intervención silenciosa pero crucial de las células gliales: las microglías, los astrocitos (o astroglías) y las células de Müller.

Microglías: centinelas inmunes de la retina

Las microglías son las principales células inmunitarias residentes del sistema nervioso central, incluida la retina. En estado de reposo adoptan una morfología ramificada que les permite monitorear constantemente el entorno. Cuando detectan señales de daño, patógenos o estrés tisular, cambian a una forma activa ameboide, migran hacia el área afectada, proliferan y ejecutan funciones como la fagocitosis, la reparación tisular y la modulación de la inflamación.

En condiciones normales, esta respuesta resulta beneficiosa y neuroprotectora. Sin embargo, una activación crónica y desregulada puede desencadenar una cascada inflamatoria perjudicial, contribuyendo al deterioro tisular y a enfermedades neurodegenerativas de la retina.

Astroglías: arquitectas del entorno neuronal

Los astrocitos, ubicados principalmente en la capa de fibras nerviosas y en la capa de células ganglionares, cumplen funciones estructurales, metabólicas y homeostáticas. Se han descrito al menos tres tipos: bipolares (asociadas a las fibras nerviosas), perivasculares (rodeando vasos sanguíneos del plexo superficial) y estrelladas (rellenando espacios intersticiales).

Estas células regulan el microambiente extracelular, participan en la circulación de nutrientes y en la eliminación de desechos, y son fundamentales para la integridad de la barrera hematorretiniana. Su disfunción se ha relacionado con procesos de degeneración vascular, resaltando su papel en enfermedades como la retinopatía diabética.

Células de Müller: columnas vertebrales de la retina

Las células de Müller son las glías retinianas más abundantes y especializadas, extendiéndose desde la membrana limitante externa hasta la interna, atravesando el espesor completo de la retina neurosensorial. Se estima que existen entre 4 y 5 millones de estas células en cada retina.

Su morfología columnar les permite formar una especie de andamiaje estructural que soporta y organiza otras células neuronales. Pero su papel va mucho más allá del soporte físico: participan activamente en la nutrición celular, en la fagocitosis de restos de fotorreceptores, en la regulación de iones y neurotransmisores, y en la transmisión de la luz. Además, sus canales de aquaporina ayudan a evitar el edema retiniano al facilitar el transporte de agua.

Una sinfonía celular perfectamente orquestada

La visión, ese sentido tan vital y sofisticado, depende de la colaboración precisa entre las neuronas retinianas y las células gliales. Lejos de ser simples “ayudantes”, las microglías, astroglías y células de Müller cumplen funciones activas, regulando procesos inmunológicos, metabólicos y sinápticos que aseguran la integridad del tejido y la fidelidad de la señal visual.

La comprensión profunda de estas células no solo enriquece nuestra visión de la biología retiniana, sino que también abre nuevas puertas en la investigación y tratamiento de enfermedades oftalmológicas. En un futuro cercano, terapias dirigidas a las glías podrían cambiar el paradigma de muchas patologías visuales hoy incurables.