Es bien sabido que las condiciones ambientales tienen una gran influencia sobre la salud ocular, generando diversas enfermedades de superficie ocular como conjuntivitis, ojo seco, blefaritis, entre otras. Por ejemplo, en Colombia, llevamos varios meses con una alerta volcánica, principalmente en los departamentos de Caldas, Quindío, Risaralda y Tolima. Recibimos un sinfín de mensajes de texto en nuestros dispositivos móviles, anunciando recomendaciones que hablan de preparar kits de emergencia y de usar tapabocas para evitar posibles complicaciones respiratorias. Sin embargo, las indicaciones para protección ocular son escasas, atreviéndome a decir que nulas. Una de las acciones en nuestro ejercicio profesional es la prevención y, en ese orden de ideas, sobre todo los que trabajan en las áreas de influencia mencionadas, tienen el deber ético de hacer los comentarios pertinentes a sus pacientes, para evitar alteraciones o complicaciones oculares.
Si se analiza, se puede observar un incremento en el número de pacientes que asisten por conjuntivitis alérgica, ya sea por primera vez o porque cuadros previamente controlados han vuelto a presentar síntomas. Este aumento se debe principalmente a la presencia de piroclastos menores (ceniza) que, como explica el Sistema Geológico Colombiano, “son transportados por el viento y llevados hasta zonas alejadas del volcán, cientos o miles de kilómetros” (www.sgc.gov.co). En este orden de ideas, gran parte de nuestros pacientes se exponen a estas partículas que actúan como alergenos, pero que debido a sus componentes también pueden generar inflamaciones, abrasiones corneales y retrasos en la renovación de células epiteliales de la superficie ocular. Es así como la solución a los problemas oculares derivados debe ser una integración entre el uso de antialérgicos, lubricantes y lentes de protección ocular. Se considera importante, además, un proceso de educación al paciente sobre las condiciones a las que está expuesto y dejar de lado el concepto de “gafas de descanso” pues su fin es muy diferente a dicha denominación.
La creación de folletos con información veraz, sin exageraciones, concreta y de fácil comprensión, es vital para complementar los planes terapéuticos de nuestros pacientes y así aportar, desde nuestro ejercicio profesional, estrategias dirigidas a mitigar un posible problema de salud pública a futuro.