Entre las causas de ceguera en el mundo, la catarata sigue siendo una de las principales, de modo que se reporta que alrededor de 10 millones de personas se encuentran ciegas por esta entidad y 35 millones sufren discapacidad visual entre moderada y severa. Si bien es cierto que la edad es uno de los factores más imperantes en el desarrollo de la catarata, es fundamental reconocer su asociación con un importante número de entidades clínicas, especialmente sistémicas. En este artículo, se abordará la relación entre catarata y hepatitis, una enfermedad que concierne también a la salud pública.1
La hepatitis es reconocida como una enfermedad de extremo cuidado en la población, porque se trata de afecciones virales, en las cuales los tipos Hepatitis B (HBV) y Hepatitis C (HCV), llevan consigo una inflamación hepática severa, fibrosis y complicaciones como enfermedad hepática terminal y carcinoma hepatocelular. De estas dos entidades, la que más preocupa a nivel mundial es la HCV, ya que se estima que tiene una prevalencia global del 2.2 %, de hecho, se considera como mayor causa de cirrosis hepática, descompensación del hígado y el carcinoma hepático, ya mencionado anteriormente. Ahora bien, la HCV también está fuertemente asociada con alteraciones extrahepáticas como son: la disfunción renal, síndromes metabólicos y eventos adversos cardiovasculares. Según las hipótesis, estas afecciones sistémicas se relacionan con estrés oxidativo inducido e hiperinsulinemia inducidos por la misma HCV.2,3
Es importante subrayar que se encuentra un posible punto de conexión entre el desarrollo de la catarata y la hepatitis, ya que se conoce que la opacidad del cristalino se relaciona también con eventos de estrés oxidativo, que dañan su estructura y le hacen perder la transparencia. Pero ¿qué se ha investigado al respecto?
Park y Choi (2017), realizaron una investigación con el fin de determinar la posible asociación entre la HBV y HCV con la aparición de catarata senil. Para ello, tuvieron en cuenta la detección de biomarcadores ampliamente usados en la evaluación de la actividad hepática. Se trata de la medición de los niveles de aspartato aminotransferasa (AST) y alanina aminotransferasa (ALT), en donde se consideran valores sugestivos de daño hepático de la siguiente manera: (AST, > 49.9 IU/L) y (ALT, >56.1 IU/L). en términos generales, el estudio mostró que tanto la HBV y HCV se relacionan de manera significativa con la catarata nuclear y en sí, con cualquier tipo de catarata. En la medición de AST y ALT, se determinó que especialmente los niveles altos de AST se podrían considerar un mediador importante al establecer parámetros de asociación entre HBV y cualquier tipo de catarata. Los autores sugieren entonces que, en el momento de evaluar la función hepática, y esta se encuentre alterada, los pacientes afectados, también deben ser examinados en la búsqueda de catarata.2
Del estudio anterior, los autores señalan que la hipótesis relacionada entre hepatitis HBV, HCV y catarata, se debe a la fibrosis y la inflamación propias de estas enfermedades. Por cierto, los niveles altos de AST son un gran predictor de inflamación y, por ende, la inflamación se relaciona con estrés oxidativo, que induce daño celular, y este se propagaría a diferentes sistemas y órganos como el cristalino, con la consecuente aparición de la catarata. Adicionalmente, se ha establecido que el estrés oxidativo también induce disfunción endotelial, que también según reportes se asocia con el desarrollo de catarata relacionada con la edad. Sin embargo, las teorías están aún sobre la mesa y falta mucho por comprobar científicamente.2
Lin et al., 2017, en un estudio de cohorte que se centró en establecer la relación entre la HCV y la catarata, evaluaron pacientes seropositivos HCV y seronegativos HCV y se encontró que la presencia de HCV, incluso en ausencia de cirrosis hepática, se asoció con aumento de riesgo de desarrollar catarata. Es más, también se pudo observar que aquellos pacientes con HCV que recibieron como tratamiento interferón y ribaravina, aumentaron el riesgo de catarata 1.83 veces más. Lo anterior según los autores, indica que aquellos pacientes con HCV tienen una gran predisposición a la catarata independientemente si reciben o no tratamiento.3
En otros puntos de análisis, debido a la frecuencia de infecciones por HBV y HCV en la población, se ha recomendado realizar pruebas de tamizaje que permitan detectar casos seropositivos de HBV y HCV, en pacientes candidatos a cirugía de catarata, para incrementar las medidas de seguridad para el personal médico y hospitalario. La cuestión de adopción de estas medidas dependerá de las políticas de costobeneficio de las instituciones, así como los programas de prevención.4
Dada la fuerte asociación entre HBV y HCV y catarata, es necesario que aquellos pacientes diagnosticados con estas enfermedades, o con daño hepático, tengan una valoración oftalmológica integral, para que el manejo de la opacidad del cristalino sea oportuno en términos de detección y abordaje quirúrgico.
REFERENCIAS
- Ang MJ, Afshari NA. Cataract and systemic disease: A review. Clin Exp Ophthalmol. 2021;49(2):118–27.
- Park S, Choi NK. Hepatitis virus infection and age-related cataract. Sci Rep [Internet]. 2017;7(1):1–6. Available from: http://dx.doi.org/10.1038/s41598-017-13283-6
- Lin SY, Lin CL, Ju SW, Wang IK, Lin CC, Lin CH, et al. Increasing risk of cataract in HCV patients receiving anti-HCV therapy: A nationwide cohort study. PLoS One. 2017;12(3):1–12.
4. Rewri P, Sharma M, Vats D, Singhal A. Seroprevalence, risk associations, and cost analysis of screening for viral infections among patients of cataract surgery. Indian J Ophthalmol. 2018;66(3):394–9.