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Editorial 110


MATONEO VS HUMANIZACIÓN

La residencia médica no es propiamente el patio del colegio en el que estudiamos de niños, excepto por una sola cosa, “el matoneo o bullying”, según lo reporta un estudio publicado por JAMA de septiembre 2019 (Murphy J, cols), donde respondieron el cuestionario 21.000 residentes, definiendo el matoneo como el acoso que ocurre repetidamente por un individuo en una posición de poder. Se encontró que el acoso verbal fue el más frecuente (80%), seguido por otras formas de acoso (25%), acoso físico (5.3%) y acoso sexual (3.6%). También se menciona que el 14% de residentes de medicina interna manifestaron haber sufrido matoneo, durante su entrenamiento, mientras que el 31% de los directores de esos programas aceptaron saber del matoneo que sufrían sus colegas en formación, pero sin tomar cartas en el asunto.

Otro dato más interesante fue que más del 41% de los residentes que reportaron haber sufrido de matoneo hablaban una lengua materna diferente al inglés y aquellos que estaban en programas de entrenamiento internacional tenían 61% más probabilidad de sufrir matoneo que aquellos que se encontraban en los programas de residencia en EE UU.
Respecto al género; más mujeres (14.4%) que hombres (12.9%) reportaron matoneo. Respecto a los niveles: los residentes de tercer año (17%), segundo año (15%) y primer año (10%). En nuestro país la ecuación cambiaría.Las consecuencias negativas reportadas de este matoneo fueron: sentirse exhausto 57%, afectación del rendimiento 39%, depresión 27%, cambios de peso 15%, uso de alcohol 6%, mejoría del rendimiento 6%, abandono del programa 2%, uso de drogas ilícitas 1% y ninguna de las anteriores 24%. El 31% buscó ayuda profesional, sin embargo 62 residentes abandonaron el programa.

Este estudio fue refrendado en Colombia por la Asociación Nacional de Internos y Residentes (ANIR). Muchas denuncias fueron recibidas referentes al maltrato, desde sutiles hasta preocupantes, en la forma de agresión física, emocional y sexual. Así el Ministerio de Salud y Protección Social, las facultades de medicina, hospitales universitarios, representantes de ANIR, algunos sindicatos, se reunieron y de manera propositiva y juiciosa, reconocieron el problema real que merece ser escuchado y tratado. Esto fue lo anunciado: aunque los programas de residencia generan el estrés por las exigencias absolutamente indispensables que conlleva el rigor de la enseñanza de disciplinas tan serias como las médicas, estos hallazgos ponen en la palestra académica una situación que silenciosamente ha tendido a normalizar los abusos en centros hospitalarios y algunas facultades contra los residentes quienes por muchas razones, todas ligadas al temor, las han dejado pasar en espera de tiempos mejores. El matoneo existe (una modalidad no considerada en el estudio americano, es que no se reconozca económicamente el trabajo realizado, mano de obra barata es lo que quieren, no solo se lucha por lograr un cupo, sino que además se debe pagar por estar ocupando esa posición privilegiada en el programa) y todo contribuye de manera negativa en el rendimiento y el resultado final del entrenamiento y es un factor que puede prevenirse. Tomar medidas para eliminar el matoneo son esenciales para asegurar un ambiente sano de aprendizaje que promueva el desarrollo profesional de los médicos en entrenamiento. El Hospital del Valle acaba de anunciar que será el primer hospital público que le pagará a sus residentes, amanecerá y veremos.

Esperemos que nuestros colegas líderes en formación médica, primero se formen (educación médica, evaluación clínica del aprendizaje, etc.) y luego fomenten un ejercicio humanizado en lugar de pensar según la obsoleta premisa popular que la letra con sangre entra, estamos en el siglo XXI señores, si bien se consideraba en otras épocas casi coloniales el despotismo, la humillación por un lado y la sumisión y obediencia por el otro, hoy en día de esas “vacas sagradas” de aquel entonces, solo se hacen las mejores hamburguesas. Se clama por la humanización de los servicios de salud, pero un pacto por el buen trato en los procesos de educación que reciben los especialistas en formación es además de una obligación pendiente, un valioso aporte al sector. Es claro que un médico maltratado difícilmente puede proyectar respeto integral a sus pacientes y lo más seguro es que lo que padeció en su formación fácilmente lo repetirá con sus alumnos, en una franca violación de ese juramento hipocrático que fundamenta la profesión.